jueves, 24 de febrero de 2011


EL TELÉFONO EN EL CORREDOR ILUMINADO

F.J.Fayerman
Quince de octubre de 2010

Llevaban cinco años alejados y esta era la primera vez que hablaban. Los reproches de antaño se habían convertido de repente en palabras compasivas, aunque él no recordaba habérselas pedido. Su relación fue turbulenta, las discusiones se repetían a diario y siempre era él quien cedía y buscaba la reconciliación. Pero al día siguiente volvía a ocurrir y eso terminó hartando a Robert, que optó por marcharse a un hotel unos días para intentar serenarse.
Una semana después regresó a casa y encontró, como ya sospechaba, a Gretchel en brazos de otro hombre.
La comunicación se cortó repentinamente, y el sueño se le escapó al abrir los ojos. Sólo, en la oscuridad de la celda, tumbado sobre la cama deshecha, Robert esperaba impaciente el sonido afilado y terco del teléfono salvador.
Aquella noche no pudo probar bocado. Ni siquiera pudo mojarse los labios con el excelente vino que tenía delante y que había derramado sobre el mantel, tiñéndolo de rojo sangre. El teléfono, impasible, seguía callado.
El teléfono en el corredor iluminado. Silencioso.
Y el teléfono siguió mudo durante toda la noche, hasta que al amanecer, tres descargas de dos mil voltios, rompieron definitivamente el corazón de Robert.

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